Politizar la élite de la Justicia no sólo destruye la separación de poderes sino que nos condena a sufrir un derecho de mala calidad
Urge reformar el CGPJ; pero aspirando a una Justicia de valor social, y no a una mera Justicia de consumo
La independencia de los organismos regulatorios será una ilusión vana y costosa mientras no separemos los poderes del estado. No nos precipitemos a crear órganos reguladores que puedan convertirse en nuevas burocracias extractivas.