Ejercicio

Según diversos estudios basados en encuestas (por ejemplo, Frank, Gilovich y Regan, 1993), la probabilidad de que un economista estadounidense contribuya a obras de caridad es en torno a la mitad que la del resto de sus conciudadanos. Discuta varias posibles explicaciones. ¿Qué consecuencias entraña para el éxito profesional y por qué?

Análisis

Si alguien le acusa con esos datos en la mano, usted, si se siente miembro de tan insigne tribu, tiene varias líneas de defensa.

a) Primero, puede señalar que las estadísticas de caridad sufren un sesgo importante: se basan en declaraciones y la gente tiende a exagerar sus propias contribuciones (lo cual es cierto).

b) A continuación, puede conjeturar que tal vez los economistas exageramos menos dichas contribuciones, porque sabemos de las bondades del egoísmo o incluso de las maldades del altruismo poco ilustrado (lo cual es difícil de probar pero parece plausible). Si con ello no convence a su interlocutor, encontrará más argumentos en Hirshleifer (1994).

c) Una tercera posibilidad es que el altruismo de los economistas es menor, como consecuencia de estudiar economía o bien por existir un sesgo de selección (la gente que elige hacerse economista puede que ya sea más egoísta cuando lo decide).

d) Alternativamente, tal vez los economistas tienen mejor información que el resto de la población sobre los problemas de incentivos que puede generar la caridad.

En todo caso, el éxito profesional puede verse afectado negativamente como consecuencia de que el economista o es más egoísta o parece más sincero y menos recatado respecto a su egoísmo. Si esto coincide con la percepción que los demás profesionales se hacen de los economistas, la carrera profesional de estos se puede ver perjudicada, pues inspirarán menos confianza.



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