Ejercicio

Cierta empresa, dedicada al transporte de mercancías especiales, ha sido vendida recientemente a sus empleados. Con anterioridad, los conductores de los camiones cobraban y gastaban las dietas de alojamiento y manutención estipuladas en su correspondiente convenio colectivo. Tras el cambio en la propiedad, los conductores comen comidas caseras y duermen en los propios camiones. ¿Han cambiado sus necesidades o sus preferencias? ¿Y los precios —implícitos— que han de pagar por satisfacer sus deseos? Considerando todas las instituciones y contratos del caso en ambas situaciones, anterior y posterior a la venta de la empresa, ¿cómo valora la fidelidad con que se transmiten los deseos de los conductores?[1]


[1] Ejercicio preparado por Alberto Fernández Alonso.

Análisis

No parece que hayan cambiado las preferencias sino los precios: Antes de la venta, cada conductor percibe los mismos ingresos consuma o no dietas, al menos en el corto plazo. Por el contrario, después de la venta, las dietas reducen el beneficio que ahora pertenece a los trabajadores. Se ha elevado, pues, sustancialmente el coste de oportunidad de las dietas. Por otra parte, el que sean los propios conductores quienes deciden suprimir las dietas puede tomarse como prueba de que el sistema anterior no estaba transmitiendo correctamente sus preferencias y que, con él, era imposible manifestar su deseo de recibir mayores ingresos a cambio de las peores condiciones de trabajo que representa el no cobrar dietas. El porqué debe buscarse en las dificultades del sistema político para procesar las preferencias de los ciudadanos, tal y como se estudia en el capítulo 2. Los pescadores lo resolvieron hace siglos: todos ellos participan en el gasto de víveres.



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