¿Para quién producir? (III). Colas en centros de salud

Ejercicio

La teoría microeconómica elemental indica que la cantidad demandada de productos o servicios de precio nulo tiende a exceder el nivel óptimo, surgiendo colas y mecanismos de mercado negro para distribuir la escasez. En los ambulatorios y “Centros de Salud” de la sanidad pública española, este fenómeno se manifiesta con cierta gravedad. ¿Cuál es el precio real de este servicio? ¿Cómo se distribuye socialmente? ¿Qué tipo de cliente esperaría encontrar con más frecuencia en esas colas? ¿Cuáles son los servicios, aparte de una presunta mejora de salud, que suministran los ambulatorios? Diagnostique el problema y discuta diversas soluciones como, por ejemplo: aumentar la capacidad, abriendo más ambulatorios; cobrar una tasa por receta a todos o sólo a los ricos que no defrauden a Hacienda o excluyendo a los mayores; perseguir a los que abusan del sistema; etcétera.

Análisis

El coste de servicio para el cliente es la suma de un precio explícito nulo y de una serie de costes implícitos. Entre estos últimos, se tienen los siguientes: el coste de oportunidad del tiempo (de traslado, espera y servicio) que es más alto para trabajadores que para amas de casa, niños y jubilados; las molestias por la interacción con el sistema de servicio: médicos, enfermeras, otros clientes; y los beneficios no terapéuticos de esa interacción, que son altos para personas con pocas oportunidades de relación personal, sobre todo los ancianos (“demanda no terapéutica”). La consecuencia del precio explícito nulo es que aumentan este coste o precio implícito. Cabría hablar aquí de discriminación de precios en el sentido de que se cobra más a los pacientes con un coste de oportunidad más elevado. Para evitar esa discriminación de precios, los clientes utilizan diversos mecanismos de arbitraje: los miembros de la familia que suelen hacer cola con el fin de obtener recetas para otros familiares son los que tienen un coste de oportunidad inferior, como amas de casa y ancianos.

Los posibles remedios no están exentos de problemas:

a) Construir ambulatorios adicionales tiene consecuencias ambiguas y puede agravar el problema. En particular, cabría esperar que —ceteris paribus— la demanda total aumentase, al reducirse el coste implícito de utilizar los servicios.

b) Cargar un precio explícito bajo, pero no nulo, para desanimar la demanda trivial o no terapéutica, de modo similar al sistema que rige el consumo de medicamentos (aunque, en éstos, el precio explícito, del 40 por 100, es sustancial y se exime de pagarlos a los pensionistas). La Seguridad social francesa tiene dos características relevantes en este terreno. La primera son los elevados pagos directos por los pacientes… La mayoría de los franceses paga cerca de 15 dólares [en 1997, 120 francos] para ver a un médico general…[luego le es reembolsado un 70 por 100 por la Seguridad Social y el 30 por 100 restante lo suele pagar mediante una mutua complementaria] ("El plan Séguin eliminó el reembolso al cien por cien de los gastos en medicinas de los viejos y los enfermos crónicos", The Economist, "Europeans Seek the Right Treatment", 16 de julio, 1988, p. 18). Diferenciar tipos de clientes de modo explícito y dirigido.

c) Proporcionar centros, espacios y servicios de relación social a los ancianos. Los ambulatorios son
ineficientes para proporcionar servicios de relación social, pero proporcionan al anciano una excusa ocupacional, la oportunidad de hablar y la impresión de que está haciendo algo. Los espacios para jubilados no proporcionan esa disculpa ocupacional. Adicionalmente, los jubilados prefieren perder el tiempo en lugares donde haya personas de menor edad.

d) La creación de un sistema de reserva de hora ha saturado los servicios de urgencias de los hospitales. No resuelve los problemas de la demanda no terapéutica y de distribución sesgada de los beneficios según el coste de oportunidad del tiempo para los pacientes



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