El abuso de la ciencia en la política
Arruñada, Benito (2023), “El abuso de la ciencia en la política”, Letras Libres, núm. 297, 36-40.
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Presentación
La pretensión de someter las decisiones políticas, empresariales y organizativas a la
supuesta evidencia científica es fuente común de errores y oportunismos.
Cómo usar y no usar la ‘evidencia’ en las decisiones
Tres pautas que pueden mejorar el uso de la ciencia y la información en la toma de decisiones públicas:
- Coordinación. La producción de información es costosa y su coste ha de ser inferior a los beneficios que proporciona. Ello implica que se adecue a las decisiones que se quieran y se puedan tomar. No procede producir más información, causando derroche, distracción y conflicto, si la información ya disponible es suficiente para decidir y, sin embargo, por el motivo que sea, no se la está utilizando.
- Equilibrio. Los sistemas sociales suelen ser más complejos que los físicos y tienen una lógica interna cuya estructura generalmente desconocemos, por lo que el decisor debe moderar sus pretensiones y ser prudente al modificarla. Para considerar esa complejidad con eficacia, la información para la toma de decisiones ha de ofrecer una calidad similar en todos los factores esenciales, lo que implica rechazar todo tipo de rigorismo parcial por costoso e irrelevante.
- Complementariedad. Buena aparte de la complejidad de los sistemas sociales obedece a que los seres humanos responden de manera creativa e inesperada a los incentivos. El uso de la información ha de tener en cuenta los efectos que la propia recogida de información ejerce en los agentes al modificar sus expectativas e incentivos, lo que exige emplear de forma complementaria tanto información cuantitativa como cualitativa, así como objetiva y subjetiva.