Trabajo en casa

Análisis

A favor del teletrabajo, fenómeno crecientemente popular, intervienen factores tales como los menores costes de traslado y vivienda (los empleados pueden residir más lejos), una mejor asignación de tiempo entre asuntos laborales y propios, menores gastos de vestido y representación y mayores tasas de utilización de los espacios físicos (tanto domicilios como oficinas). 

Entre los factores negativos, figura prominentemente la pérdida de ventajas obtenidas en la producción en equipo, que es la razón de que sea inadecuado y ni siquiera se contemple como posibilidad en muchos puestos (no cabe trabajar a distancia en un equipo de fútbol, pese a lo que parecen opinar algunas estrellas brasileñas, ni en una línea de montaje o en la construcción de un edificio).  Incluso en los puestos en que sí se aplica el teletrabajo, éste suele complementarse con sesiones informativas y de coordinación.  Es también corriente que el “teletrabajador” vaya periódicamente a la oficina o centro laboral.  Se pierden también con el teletrabajo ciertas economías de escala.  Por este motivo, han aparecido empresas como Work Center, dedicadas a crear en poblaciones suburbanas centros dotados de medios de capital y comunicación para su uso por múltiples teletrabajadores, así como por empresas y profesionales que carecen de lugar fijo de trabajo. 

Una condición necesaria del teletrabajo es que la remuneración esté basada en el rendimiento, tanto de forma explícita como, al menos, implícita, lo cual evita que el trabajador no rinda.  Por este motivo, no se observa teletrabajo en actividades donde lo óptimo es observar y controlar directamente el esfuerzo. 

Existen indicios contradictorios sobre el grado de satisfacción que genera trabajar de esta forma, lo cual es lógico si consideramos la ambigüedad de sus características: por un lado, la independencia puede generar aislamiento; por otro, la autonomía puede causar estrés, fruto de que se cobra por rendimiento; por último, la mezcla de ocio y trabajo puede ser un regalo envenenado: según los casos, no es el trabajo el que se convierte en hogar, sino éste el que desaparece y el trabajador no sale de su “oficina”.