La transición energética, pendiente de la capacidad de las redes eléctricas
La Vanguardia, 1 de octubre de 2023, p. 39.
El auge en la generación de energías renovables se enfrenta ahora a un límite físico: la capacidad de las redes eléctricas para distribuirlas. Preparar dichas redes para el futuro es vital para garantizar la seguridad energética y el éxito de la descarbonización. Europa ha establecido ambiciosos objetivos en ambos terrenos. Entre ellos, la exigencia de que al menos el 42,5% de la electricidad provenga de fuentes renovables en 2030 y la necesidad de alcanzar la neutralidad climática en 2050.
La Comisión Europea defiende que, para alcanzar ambos objetivos, debemos acelerar el despliegue de las renovables y la electrificación de la economía. España es un alumno aventajado en el primer aspecto, si se confirma que este año alcanzaremos el 50 % de generación renovable, como prevé Red Eléctrica. Pero para asegurar que se pueda distribuir esa nueva energía limpia, es necesario adecuar las infraestructuras.
En un reciente artículo de opinión publicado en el Financial Times, la comisaria europea de Energía, Kadri Simson, argumentaba que “nuestros 11 millones de kilómetros de redes deben crecer y cambiar para atender una demanda en expansión. Se espera que el consumo de electricidad aumente aproximadamente un 60 % hasta 2030”. Según Simson, esto exige que las redes integren una gran proporción de energía renovable que se caracteriza por ser intermitente; y que se adapten a un sistema eléctrico más descentralizado, con millones de paneles solares en los tejados y de vehículos eléctricos, con electrolizadores que produzcan hidrógeno verde y con comunidades energéticas locales que compartan recursos.
La comisaria también advierte de los probables “cuellos de botella”: “Hoy en día, los proyectos renovables pueden enfrentarse a largas esperas para conectarse a la red. Conseguir permisos para reforzarla puede llevar hasta 10 años”. La incertidumbre sobre los plazos o los costes de conexión pueden provocar que los proyectos de generación se acaben abandonando. “Las centrales de energías renovables se ven penalizadas con frecuencia. Los paneles solares suelen ser la primera tecnología que se desconecta cuando la red se sobrecarga, porque son flexibles y fáciles de gestionar. Es un despilfarro costoso”, añade.
WindEurope, la asociación europea de energía eólica, por su parte, ha señalado que las conexiones a la red están frenando la expansión de las renovables. Solo en España, esperan su conexión a la red más de 100 GW de proyectos de dichas energías . La Unión Europea contempla en sus planes que se instalen alrededor de 30 GW de nueva energía eólica por año hasta 2030, pero en 2022 solo se instaló la mitad de esta cantidad. A esto hay que añadir otro inconveniente en nuestro país: el hecho de que se está desperdiciando electricidad renovable porque la generación está desacoplada de la red de transporte.
El motivo reside en que el sistema español de transporte de electricidad no ha crecido ni se ha transformado a un ritmo comparable al aumento en la capacidad de generación renovable. Existen áreas donde las redes locales de transmisión y distribución no tienen la capacidad de entregar la energía disponible a los consumidores, lo que lleva al extremo de provocar que se haya de detener la generación o se recurra a los “vertidos” de energía solar y eólica, en los que en esencia se dilapida la electricidad generada. Según Aurora Energy Research, estos vertidos aumentaron más de 10 veces en 2022, respecto a 2021. Este fenómeno ha añadido unos 1.300 millones de euros a los costes totales del sistema eléctrico español, que han tenido que soportar los consumidores, lo que equivale a 68 euros por hogar.
Según la consultora, los vertidos aumentarán mientras no haya planificación y financiación para aliviar las restricciones de la red. Es preciso reforzar y digitalizar las redes de transporte y distribución, así como la construir nuevas infraestructuras capaces de dar respuesta a esa demanda creciente y cambiante.
“Cubrir la demanda con electricidad generada por renovables requiere grandes inversiones para adaptar las redes de distribución eléctrica”
El plan de acción de la Unión Europea, publicado a finales de 2022, ya estimaba que sería preciso invertir unos 584.000 millones de euros en redes eléctricas para finales de 2030, de los cuales unos 400.000 millones se destinarían a la red de distribución. En España, el nuevo Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) prevé para en el período 2023-2030 unas inversiones en redes de 52.920 millones de euros. Es una cifra elevada, y representa en torno al 18 % de las inversiones totales de la década.
Sin embargo, el sector eléctrico cree que se queda corta. La patronal europea Eurelectric calcula que, como regla general, se deberían invertir 0,67 euros en la red por cada euro invertido en capacidad de generación, muy lejos de los 0,30 euros actuales y también de los 0,45 euros que ambiciona la nueva hoja de ruta que establece la última revisión del PNIEC.
En cualquier caso, esas cifras del nuevo PNIEC resultan inalcanzables ante los límites al crecimiento que impone la vigente regulación de las actividades de transporte y distribución. En 2013, todavía en plena crisis económica y con el objetivo de controlar costes, el Gobierno de Mariano Rajoy limitó el volumen anual de inversión en ambas actividades a un crecimiento no superior al 0,065 % del PIB para el transporte y a un 0,13 % para la distribución. El Ejecutivo de Pedro Sánchez los ha mantenido —con la excepción de los años de la pandemia—, a pesar de que su fórmula económica se ha centrado en expandir el gasto para estimular el crecimiento.
De hecho, las inversiones que prevé el nuevo plan energético pueden convertirse en un brindis al sol si no se cambia la legislación actual, como ya ha ocurrido con el PNIEC en vigor (2021-2030), que marca unas inversiones anuales en distribución de 3.000 millones de euros, cuando la regulación las limita a 2.000 millones, según los cálculos de Foro Mercado Libre.